Europa central - Noviembre 2014 -


...vamos a tener que dejar de contar los países porque, últimamente, cada vez que decidimos salir de casa, recorremos más países de una sola tirada. Esta vez, hemos aprovechado nuestra estratégica ubicación y hemos salido "a dar una vuelta" en coche por Europa Central. 4.000 km. "de nada" (aunque hemos conseguido dosificar bien los trayectos de carretera) para conocer algunas de las ciudades más interesantes de Chequia, Austria, Eslovaquia y Hungría.

Comenzamos el viaje por la ciudad Checa de Český Krumlov, en la región de Bohemia, cerca de la frontera con Alemania, patrimonio de la Unesco.

En esta ciudad destaca el teatro barroco del castillo que, desafortunadamente, no hemos podido visitar: por sólo dos días hemos llegado fuera de temporada y el teatro ya está cerrado para la temporada invernal. Ya sabéis, las Golominas siempre a destiempo :)
No importa. Pasearse por las agradables callejuelas de la ciudad antigua rodeada por el río Moldava, la visita al castillo, la arquitectura típica de la región y los platos locales, como el festín bohemio bien merecen la pena la visita.
Por otro lado, acabamos de llegar y ya hemos hecho uno de los grandes descubrimientos de este viaje: Chequia es el país del mundo con el mayor consumo de cerveza por habitante y la producción de cerveza es enorme; en cada ciudad se pueden encontrar cervezas locales de diferentes tipos por lo que muchas veces sale más barata una buena jarra de cerveza que un botellín de agua. Esto pinta bien :)



Vistas de la ciudad antigua desde el castillo



Hacia el norte, camino de Praga, hacemos alto en České Budějovice, capital de la región. Esta localidad es un importante centro universitario pero, vayamos a lo importante: es en esta ciudad, conocida en alemán como Budweis, donde se fabrica la mundialmente conocida Budweiser :)

Debajo, la plaza de Přemysl Otakar II con sus edificios burgueses de la época barroca





Llegamos a Praga, capital de Chequia y ciudad más poblada del país. Por su ubicación, en pleno corazón de Europa, la ciudad rebosa de patrimonio histórico lo que hace que sea una de las ciudad más visitadas del mundo.

Praga se ha desarrollado desde el siglo IX, convirtiéndose en una de las capitales más importantes de Europa en los siglos XVIII y XIX. Capital del reino de Bohemia en la Edad Media, hasta la creación del nuevo estado checo fue la capital de Checoslovaquia.

En el siglo XX sufrió las dos guerras mundiales y la dictadura nazi. Tras la Segunda Guerra Mundial la República Checa pasó a formar parte del bloque comunista, bajo los auspicios de la Unión Soviética. A finales de 1989, con la caída del muro de Berlín, Praga abandonó el socialismo y en 1993, tras la escisión de Checoslovaquia, pasó a ser la capital de la República Checa.

Comenzamos la visita por el castillo, "Pražský hrad" en checo, donde se encuentran la catedral de San Vito y el Callejón de Oro y la Alquimia donde se reunieron varios alquimistas en busca de la fórmula para crear oro y donde vivió Franz Kafka durante varios años.





El puente Carlos, sobre el río Moldava, que une la Ciudad Vieja y el Castillo de Praga y los barrios adyacentes. Verdadero hervidero de gente, donde se agolpan turistas, comerciantes y artistas, se puede considerar un verdadero museo al aire libre ya que está decorado por numerosas estatuas de estilo barroco. Entre las más famosas está la escultura de Juan Nepomuceno, santo patrón de Bohemia, vicario general del arzobispo de Praga, quien fue arrojado al río desde el Puente Carlos por orden del rey de Bohemia Wenceslao de Luxemburgo. Parece que no se llevaban muy bien, vaya.





Detalle del pie de una de las estatuas con la catedral de San Vito al fondo



Unos pintorescos músicos callejeros que nos alegraron el paseo



Vista panorámica de la Plaza de la Ciudad Vieja



En ella se encuentran la Iglesia de de Týn, el monumento a Juan Hus, uno de los precursores de la Reforma Protestante, y el Ayuntamiento con su famoso reloj astronómico medieval que, además de las horas, representa los meses del año, las posiciones del sol y de la luna en el cielo, los símbolos del zodiaco así como otros detalles astronómicos. La parte más antigua del reloj, el mecanismo del cuadrante astronómico, data de 1410.





Otras de las cosas interesantes a hacer en Praga son visitar la preciosa biblioteca barroca del monasterio Strahov, con sus salas Teológica y Filosófica (lo sentimos, estaba prohibido hacer fotos), subir a lo alto de la torre de la iglesia de San Nicolás, para disfrutar de una vista panorámica de la ciudad, o probar el gulash acompañado de una buena jarra de cerveza local.

Dejamos atrás Praga y salimos en dirección a Austria pasando por Kutná Hora, que cuenta con una preciosa Iglesia de estilo gótico dedicada a Santa Bárbara y construida para rivalizar con la catedral de San Vito de Praga. Kutná Hora tiene su origen en las minas de plata que hay en sus cercanías. La explosión económica del siglo XIII dio gran relevancia a esta ciudad que llegó a competir con Praga en poder económico, cultural y político hasta bien entrado el siglo XVI.



Ahora bien, la visita más interesante en Kutná Hora es el Osario de Sedlec, que contiene aproximadamente 40.000 esqueletos humanos. Uno de los platos fuertes de este viaje.

Un abad del monasterio de la Orden del Císter de Sedlec volvió de Tierra Santa con una pequeña cantidad de tierra que había recogido del monte Gólgota y la esparció en el cementerio de la abadía. La fama de este acto se extendió y el cementerio de Sedlec se hizo un sitio de entierro deseable en todas partes de Europa Central. Miles de personas pidieron ser enterradas allí y el cementerio tuvo que ser ampliado considerablemente.

En 1870, František Rint, un tallista de madera, fue contratado por la familia Schwarzenberg para poner en orden los montones de huesos. Los macabros resultados de su trabajo hablan por sí solos:



Una enorme lámpara de araña, que contiene al menos una unidad de cada hueso que forma el cuerpo humano, cuelga del centro de la nave de la capilla



...guirnaldas de cráneos que cubren bóvedas y paredes...





Detalle del escudo de armas de los Schwarzenberg, en el que se representa un cuervo sacando un ojo a un turco en memoria de la conquista de la fortaleza de Raab, en Hungría, a manos de los turcos



Tras la visita al osario de Wamba, en Valladolid, buscando información sobre el tema, habíamos encontrado referencias al Osario de Kutná Hora (de hecho ya sabíamos que el de Wamba "es el segundo más grande de Europa"), pero cualquier cosa que hubiéramos podido imaginar sobre él, se encontraba bastante alejada de la realidad. Imprescindible.

******

Nos dirigimos hacia el sur, al otro lado de la frontera con Austria, a la localidad de Melk, para visitar su famosa abadía benedictina.

Dominando el Danubio desde lo alto de un acantilado rocoso, el Stift Melk, uno de los monasterios cristianos más famosos del mundo, fue fundado en 1089. En el siglo XII se estableció aquí una escuela y la biblioteca de la abadía, verdadera joya del monasterio, alcanzó rápidamente renombre por su extensa colección de manuscritos. En el siglo XV la abadía se convirtió en el centro de la Reforma de Melk, un movimiento que devolvió cierto vigor a la vida monástica de Austria y el sur de Alemania. Lástima que tampoco nos permitan fotografiar la biblioteca... ¡algún día nos desquitaremos!

Umberto Eco llamó a uno de los protagonistas de su famosa novela "El nombre de la rosa" Adso de Melk, como tributo a la abadía y a su famosa biblioteca.

La escuela de la abadía volvió a funcionar tras la Segunda Guerra Mundial y actualmente cuenta con cerca de novecientos estudiantes de ambos sexos.







Llegamos a la capital, Viena. Lo cierto es que esta ciudad es la que a priori nos atrae menos pero estando donde estamos no podemos dejar de dedicar un par de días para visitarla. Debido a la cantidad de monumentos y a la gran oferta cultural de la ciudad pensamos que habría que emplear al menos cuatro o cinco días para poder visitarla tranquilamente. Nosotros, de momento, un par de días para ver los puntos que nos parecen más interesantes.

La Karlskirche, la iglesia de San Carlos Borromeo



Actualmente se propone una interesante visita de esta iglesia: en el interior se ha montado un sistema de andamiajes, con acceso por ascensor y escalera, que permite acceder hasta lo más alto de la cúpula, pudiendo contemplar los frescos desde escasa distancia. Muy recomendable.





El edificio de la Ópera, donde se celebra el famoso Concierto de Año Nuevo, que es retransmitido en todo el mundo cada 1 de enero.



Y, por fin, el momento que estábamos esperando para desquitarnos: ¡Biblioteca clásica con permiso para fotografiar! Visita imprescindible: la Biblioteca Nacional Austriaca. Nos habríamos pasado ahí dentro todo el día contemplando libros, manuscritos y mapamundis. Hmmmm...











Una de las cosas buenas de viajar en esta época son los colores del otoño. Al fondo el Ayuntamiento de Viena, que luego visitaremos.



La preciosa Iglesia Votiva





Y, de nuevo, el Rathaus, el ayuntamiento, edificio de estilo gótico construido entre 1872 y 1883. En lo alto de la torre se encuentra el Rathausmann, una escultura dorada de 3,5 metros de altura que representa la figura de un portaestandarte y que se ha convertido en un símbolo de Viena.



Por cierto, casualidades de la vida, ¡mirad a quién nos hemos encontrado visitando Viena!



Ya de noche visitamos el Palacio Imperial de Hofburg



Y la catedral de San Esteban, el Stephansdom. Subimos los trescientos y ¿cuántos? escalones la torre Norte para poder tener una vista panorámica de la ciudad pero desde lo alto sólo se puede mirar a través de unas ventanas por lo que la vista resulta bastante limitada.



Como ya hemos comentado, para poder visitar en condiciones una ciudad como esta, con su larga historia - se trata una de las más antiguas capitales de Europa - y un patrimonio artístico tan importante, se necesitarían algunos días más pero el tiempo apremia y tenemos muchas cosas que visitar.

******

Salimos de Austria en dirección a Budapest pero decidimos hacer un alto en la capital Eslovaca, Bratislava.

Sin ánimo de menospreciar esta ciudad, no sabríamos decir si merece la pena o no el desvío teniendo tan pocos días (como siempre) para ver tantas cosas como tenemos previstas. Hacemos alto, en cualquier caso, para pasar el día paseando por el centro histórico y subir hasta el castillo para tener una panorámica de la ciudad





Paseando por las calles de la ciudad vieja nos encontramos a Cumil, este personaje bonachón, trabajador de las alcantarillas, que se asoma para mirar por debajo de las faldas de las señoras ¡cuidado! ;)





******

Seguimos camino hacia Budapest, la ciudad que más ganas tenemos de visitar y punto más alejado de este viaje.

Capital de Hungría y principal centro industrial, comercial y de transportes del país, su historia comienza con un asentamiento celta que posteriormente se convirtió en capital romana. Los húngaros llegaron en el siglo IX y su primer asentamiento fue saqueado por los mongoles en 1241-42. La ciudad restablecida se convirtió en uno de los centros de la cultura del Renacimiento humanista en el siglo XV. Tras casi 150 años de dominio otomano, el desarrollo de la región entró en una nueva era de prosperidad en los siglos XVIII y XIX, y Budapest se convirtió en una ciudad global después de la unificación de 1873.

Considerada como una de las ciudades más bellas de Europa, cuenta con varios sitios declarados Patrimonio de la Humanidad. Hay algo en esta ciudad que, extrañamente, nos recuerda a Estambul. ¿Será la herencia de su época otomana?; En cualquier caso, gracias al carácter amable y sencillo de sus gentes, uno se siente como en casa.

Budapest se convirtió en una única ciudad cuando ocupó las dos orillas del río Danubio, unificando las ciudades de Buda y Óbuda, en la orilla oeste, con Pest, en la orilla este, el 17 de noviembre de 1873.

Una primera toma de contacto con la ciudad, paseando por las calles de Pest, desde el Parlamento hasta la Basílica de San Esteban, catedral de Budapest. Recomendamos subir a la cúpula (¡mira que nos gusta subir a los altos!)









La Plaza de los Héroes, que tiene estatuas representativas de los fundadores de la nación magiar desde hace más de 1100 años.



El Castillo de Vajdahunyad, que parece salido de un cuento y que inicialmente se levantó en madera y cartón para la exposición de 1896; tuvo tanto éxito que se reconstruyó utilizando piedra y ladrillo.





...y para acabar el día, y reponerse del cansancio acumulado, un baño en las termas de Széchenyi. Otro de los momentos más esperados de este viaje.

Budapest es la capital que dispone de más pozos de aguas medicinales en el mundo. Con un total de 80 manantiales, su red geotérmica es el mayor sistema de cuevas de aguas termales existente.



Ineludible punto de encuentro donde los locales, como podéis ver a continuación, aprovechan para reunirse y pasar el rato; por ejemplo, jugando al ajedrez



¡Si venís a Budapest no olvidéis el bañador!



A la otra orilla del Danubio, en Buda, se encuentra la colina del castillo. Su distrito alberga iglesias, museos y una serie de interesantes edificios, calles y plazas. La Iglesia de San Matías, de siete siglos de antigüedad, es una de las joyas de Budapest. A su lado está una estatua ecuestre del primer rey de Hungría, San Esteban, y tras ésta el Bastión de los Pescadores, desde donde se abre una vista panorámica de toda la ciudad.





Estatua de Esteban I, primer rey de Hungría





Volvemos a bajar hacia las orillas del Danubio





Llegamos hasta el Puente de la Libertad y, de nuevo en Pest, visitamos el Mercado Central



Para volver caminando por la orilla hasta el Puente de las Cadenas, el más antiguo de los puentes y verdadero símbolo de Budapest.





Inevitable foto con el Parlamento de Budapest, seguramente el edificio más emblemático de la ciudad, donde se reúne la Asamblea Nacional. Desde el año 2000 se pueden admirar en él las joyas de coronación de Hungría (la corona, el cetro, el orbe y la espada de estilo renacentista).



Una última visita nocturna a la colina del Bastión de los Pescadores



la iglesia de San Matías



...y hasta la próxima, Budapest, ¡seguro que volveremos!



******

Ya de vuelta a casa, por si no habíamos visitado bastantes países, decidimos hacer un alto en Ulm, en Alemania.

Esta ciudad, villa natal de Albert Einstein, que se encuentra también a orillas del Danubio, cuenta con una arquitectura característica de la que cabe resaltar el barrio de los pescadores, unas murallas y torre medievales, esta casona con un reloj astronómico que no tiene mucho que envidiar al de Praga...





... y la catedral más alta del mundo, con una aguja de 161 m. de altura.



768 escalones de nada que te llevan hasta la misma punta de la aguja. ¡Qué vértigo!






Hasta la próxima, que será en... ¿¿?? ;)