Canadá - Septiembre 2011 -

Bufff... una vez más en la tesitura de tener que escoger un puñado de fotos que resuman un viaje de este tipo. No ha sido mucho tiempo, solamente dos semanas, pero hemos hecho suficientes fotos como para pasar horas y horas explicando todas las cosas que hemos visto. Aquí os dejamos un pequeño resumen.

Canadá... bueno, decir Canadá es mucho decir ya que el país es tan grande que harían falta muchos meses para poder recorrerlo en condiciones y, al igual que nos pasó en India, hemos tenido que recortar "un poco". Para este viaje hemos elegido la costa Este, básicamente Québec, pensando en un eventual viaje futuro que nos permita conocer un poco de la otra costa.

Aún así, Québec es tan grande que harían falta meses para poder recorrerlo en condiciones... nos estamos repitiendo, je je. Para que os hagáis una idea, es como intentar ver España y Francia en dos semanas. De locos.

En fin, las vacaciones son limitadas así que ésta es la única manera de ver algunas de las cosas más interesantes que ofrece cada país. Un viaje de 4.000 km. de carretera poco recomendable para aquellos a los que no les guste el coche, más teniendo en cuenta que la velocidad máxima en las autopistas es de 100 km/h.



Recién llegados a Montréal, cogimos carretera hacia el sur en dirección Toronto. Por el camino aprovechamos para visitar el Parque de la Rivière-des-Mille-Îles y tuvimos el primer contacto con el río San Lorenzo y el verde del país



Toronto. La guía tiene diferentes planes de recorrido de la ciudad... de 1 semana, de 4 días e, incluso, de 2 días. Para chulos nosotros: ¡1 día!... y la verdad es que aún nos sobró un poco de tiempo para relajarnos por la tarde. Vamos a tener que hablar con los editores de guías de viajes :P

Hemos visitado las principales ciudades de esta parte del país y, en lo que al tráfico se refiere, en todas hemos encontrado lo mismo: unos atascos monumentales en las circunvalaciones sin importar el día de la semana ni la hora; están atascados todo el día.
La gran extensión de las ciudades, unido a la falta de un sistema eficaz de transporte público, hace que todo el mundo utilice el coche para los desplazamientos diarios así que ya podéis imaginar... nosotros, cada vez que había que acercarse a una ciudad nos echábamos a temblar.

Sin embargo, el centro histórico de las ciudades es bien diferente. Más o menos tranquilo, con un montón de gente en bici y paseando y donde siempre se puede encontrar un momento de tranquilidad


El University College (la Universidad de Toronto, vaya)


Antiguo ayuntamiento. Curiosa fusión entre arquitectura clásica y moderna



Uno de los muchos rascacielos del distrito financiero


La fotogénica Catedral de Saint James


Y, por supuesto, la CN Tower. ¿Sabéis lo que se ve desde la torre más alta de Toronto? Pues eso...


Aquí, un paseíto por el suelo de cristal de la plataforma de observación, a casi 350 m. del suelo. Al principio da cosilla pisar el cristal, sí




Para acabar el día no podíamos perdernos la vista del skyline al atardecer desde las Toronto Islands, en el lago Ontario


Viniendo a Canadá el viaje estaba más orientado hacia el lado natural y pensábamos que las visitas a las ciudades nos iban a dejar un poco indiferentes pero la verdad es que Toronto nos ha sorprendido gratamente y nos ha enganchado. Merece la pena



En esta parte de Canadá uno tiene la sensación de estar en la típica película estadounidense de moteles de carretera, carteles de neón y super 4x4 que hacen ridículos a los todo-terrenos europeos. Esta no es la imagen que uno tiene de Canadá antes de venir y uno de los lugares donde se hace más evidente este punto es, por ejemplo, en las cataratas del Niágara. La foto que hay a continuación no tiene nada que ver con lo que en realidad es el lugar... mientras te mantengas mirando hacia las cataratas no hay problema pero en cuanto vuelves la cabeza te encuentras un complejo de hoteles y restaurantes que no tiene mucho que envidiar a Las Vegas. Curiosamente es el lado canadiense el que está más explotado... lo que se ve al otro lado del río pertenece a EE.UU.


Seguimos ruta hacia el Norte, en dirección al Parque Nacional Algonquin, y hacemos noche en Huntsville, un precioso pueblo cercano a los lagos Muskoka. La región es increíble, hay millones de lagos


El Parque Nacional de Algonquin, donde hicimos el primer intento de encontrarnos cara a cara con alguno de los bichos que pueblan estos lares (alces, osos negros, lobos...). No hubo suerte pero en más de una ocasión tuvimos la sensación de estar cerca de algún bicho por ruidos que oímos o huellas frescas (ya en casa, comparando en internet huellas que fotografiamos, hemos podido comprobar que en varias ocasiones vimos huellas de lobo bastante frescas a orillas de los lagos).



Los trekkings que hicimos por el Parque merecieron la pena, la verdad


Aunque siempre andamos a destiempo, fuera de temporada, el clima nos ha acompañado. Esta vez teníamos la esperanza de poder disfrutar de los intensos colores del otoño canadiense pero aún era un poco pronto. De todas formas no faltaron paisajes salpicados de arces enrojeciendo por el otoño


Volvemos a la civilización... y a los atascos. Ottawa, capital del reino y cuarta ciudad más grande de Canadá. En los límites de la provincia de Ontario con Québec, es una ciudad bilingüe y fue elegida como capital por ser territorio neutral entre las comunidades de habla francesa e inglesa.

Ciudad de estilo inglés donde destaca el edificio del Parlamento


Una pequeña pausa y seguimos ruta...


Es curioso como según te vas adentrando en Ontario va desapareciendo el francés y se va sustituyendo por la lengua inglesa.
En muchos sitios llama la atención la mezcla de lenguas, ver carteles en inglés y en francés, señales de velocidad en algunos sitios en millas/hora y en otros en km/hora, los pesos en los supermercados en kilos o en libras, etc. Es de locos.

De vuelta a Québec el inglés deja paso al francés. Los quebequeses mantienen con celo su lengua y su estatus de minoría lingüística en América del Norte ha llegado incluso a extremos políticos

En las inmediaciones de la ciudad de Québec, encontramos las cascadas de Montmorency

Desde el puente había una impresionante vista sobre la cascada...



La Ciudad de Québec, la más europea de todas las que hemos visitado y la más bonita. No en vano el distrito histórico del Viejo Québec es Patrimonio de la Humanidad





Seguimos ruta hacia el Este. El cañón de Santa Ana...



...y el Parque Nacional des Hautes Gorges


Al cole... no, pero casi, porque nos fuimos a una charla sobre el oso negro ofrecida por los guardas del parque


Preparando la cena antes de irnos a dormir... sabiendo que hay osos negros en los alrededores y que a veces no tienen el mínimo reparo en acercarse a los humanos en busca de comida. ¡Y nosotros en tienda de campaña! ¡A ver quién duerme esta noche!


El otoño está llamando a la puerta...


Un trekking con unas vistas increíbles. Esta mañana hemos visto un alce aunque no nos ha dado tiempo a inmortalizar el momento... ¡se nos ha escondido! :'(




Hemos continuado ruta hasta Les Bergeronnes, en el Parque de Saguenay-Saint-Laurent, donde hemos venido a ver ballenas... si hay suerte. Por lo visto el agua que baja por el fiordo de Saguenay desde el lago de Saint-Jean es muy rico en nutrientes y las ballenas vienen a alimentarse antes de comenzar la migración hacia el sur lo que hace al sitio uno de los mejores lugares para el avistamiento.
Por el camino, al cruzar el fiordo de Saguenay en el ferry hemos visto un montón de belugas.

Oteando el horizonte, desde este "hotel" con vistas privilegiadas, a ver si se presenta alguna...


Por la noche pudimos oír la respiración y los cantos de las ballenas, que pasaban cerca de la orilla :)
Al día siguiente nos fuimos de excursión a verlas. Pensábamos que íbamos a tener la suerte de ver alguna de las grandes (azules, jorobadas...) pero tuvimos que conformarnos con estas minke de "sólo" 10 metros. Ya habíamos visto alguna en Islandia pero aquí se cuentan por cientos, por lo que resulta prácticamente imposible no ver unas cuantas durante una salida





Subiendo hacia el lago Saint-Jean llegamos hasta el precioso pueblo de Sainte-Rose-du-Nord y sus vistas sobre el fiordo


¡A la rica barbacoa!


El zoo salvaje de Saint-Felicien, donde hemos podido ver casi todos los grandes animales de Canadá entre los que se encuentran este grizzly (acojona, de verdad)


y estos simpáticos osos polares



Una de "puentes de Madison"


...y atardecer a la orilla del lago Saint-Jean


Una de las innumerables señales de advertencia de presencia de alces en la carretera


La típica carretera de Canadá rodeada de pinos. La verdad es que es una gozada conducir con un paisaje continuo de pinos y lagos


Las matrículas de los coches son bastantes curiosas. Cada provincia tiene su lema; el de Québec es "Je me souviens" ("Yo recuerdo"), que según algunos historiadores hace mención al hecho de que el quebequés no olvida sus orígenes y su pertenencia a un pueblo conquistado.
En fin, curiosas, y curioso el hecho de que, al menos en las provincias de Québec y Nueva Escocia, los coches no llevan matrícula delantera


De vuelta a Montréal, punto de partida y final del viaje. La plaza de Jacques Cartier, que fue el primer europeo que pisó el emplazamiento de la actual ciudad de Montreal después de navegar por el río de San Lorenzo y donde había llegado en busca de su particular "Dorado" y a cristianizar a los nativos... lo de siempre, vaya



Típicas casas de Montréal con las retorcidas escaleras metálicas


Estadio Olímpico, escenario de los Juegos Olímpicos de 1976


La basílica de Notre-Dame


Vista sobre el río San Lorenzo



...y para matar el rato, antes de irnos, un partido de fútbol americano


Como siempre, todo lo bueno se acaba rápido y es hora de volver a casa...


En fin, à bientôt!