Martinica - Octubre 2020 -

Bueno, pues como decíamos en la entrada precedente, teniendo en cuenta la situación sanitaria que estamos atravesando, cómo se está desarrollando este periodo tan "complejo" (por calificarlo de alguna manera), pensamos que es un privilegio el poder tomar el avión para ir a pasar las vacaciones al otro lado del Atlántico. Esperemos que la situación se normalice lo antes posible.

En esta ocasión hemos decidido visitar la isla de Martinica, departamento de ultramar de Francia en el Caribe, por dos principales razones: La primera es que el hecho de quedarnos dentro de las fronteras de la Unión Europea nos facilita las cosas a la hora de viajar. La otra, que llevamos tiempo queriendo ver tortugas marinas y un pajarito nos ha dicho que en esta isla es posible que veamos... a ver si tenemos un poquillo de suerte.

Cuando uno piensa en el Caribe le vienen a la mente largas playas de arena blanca con palmeras inclinadas sobre las aguas transparentes y eso es lo que vamos a encontrar nada más llegar a Martinica...
...playas y calas donde olvidar las preocupaciones cotidianas y disfrutar del farniente, sin más.
Parece que hemos llegado en plena época de lluvias y casi todos los días nos toca aguantar algún chaparroncillo que otro. Con el calor que hace, a veces hasta se agradecen los aguaceros aunque llueve con tal intensidad que no queda más remedio que guarecerse y esperar a que pase la tormenta, que a veces nos deja imágenes tan bonitas como esta:
...y claro, en un sitio con tanta lluvia y humedad, la vegetación, exuberante, invade cada rincón. El tamaño de algunos árboles es monumental, como el de esta foto.
Una vegetación exuberante viene habitualmente acompañada de una variedad importante de animalillos diversos como esta minúscula rana que vino a visitarnos y apareció sin previo aviso al lado del grifo del fregadero,
enormes mariposas (la buganvilla sobre la que está posada también es digna de mención),
simpáticos colibrís de los más variados colores,
un bicho palo (!!!),
ejemplares de araña bastante impresionantes,
o polillas XXL, a modo de ejemplo.
La bebida más característica de Martinica es el ron, así que nos hemos ido de visita a una de las plantaciones/destilerías de la isla... y, de paso, a degustar y comprar alguna botella del licor local. Debajo de este párrafo una antigua prensa utilizada en su día para extraer el jugo de la caña de azúcar, omnipresente en la isla, con el que producir el ron. Más abajo, instalaciones un poco más modernas pero igualmente en desuso.
Para acabar el día nos vamos hasta la orilla del mar, que estos atardeceres no pueden ser desaprovechados sin más.
Vamos a cargar bien las retinas, para cuando nos encontremos lejos de aquí :)
Una de las cosas que más nos ha llamado la atención es que por las tardes, al anochecer, el aire se llena de pequeñas luces que no parar de revolotear. El primer día nos llevó un buen rato darnos cuenta de que eran... ¡luciérnagas! Hay muchísimas, por todos los lados. Pena que no hayamos podido sacar ninguna foto de este mágico momento.

Nos sentimos en la obligación de visitar la capital, Fort-de-France, donde vive una cuarta parte de la población de la isla. Aunque la visita es rápida, merece la pena destacar algún monumento de estilo colonial como la catedral,
el precioso edificio de la biblioteca Schoelcher,
el mercado cubierto, donde comprar los productos típicos de la gastronomía isleña,
y algún que otro recordatorio de la principal razón por la que hemos venido a Martinica, así que...
...sin más tardanza, nos ponemos a remojo entre bancos de peces huidizos,
rayas torpedo (que pueden producir descargas eléctricas),
nubes de calamares sin tinta :)



algún que otro amigo de Bob Esponja,
peces escorpión (¡ojo que estos son venenosos!),
...hasta dar con estas abuelillas grandullonas que parece que se desplazaran volando, a cámara lenta. Podríamos pasarnos el día entero observándolas :)



Hasta la vista, Justina, ha sido un placer.
Después de todos los animales que hemos visto, hoy podemos darnos por satisfechos.
¿Qué mejor que un ti' punch, de ron local, para celebrar este día? Ey, ey, ey, esa botella está en las últimas, ¡¿eh?!
Un último vistazo a la bahía. Este nuevo amigo va a echar de menos nuestros desayunos.
¡Ey, mira quiénes están por aquí también!
En fin, mejor una imagen que mil palabras para expresar la sensación que nos llevamos para casa.
 
 
...otra vez de vuelta hacia el frío... ¡¡joeeeer!!


Charente Marítimo - Junio 2020


Dada la situación sanitaria que estamos atravesando, teniendo en cuenta que no se puede viajar donde nos gustaría (de hecho casi no se puede ni salir del país), decidimos hacer una escapada en bici por el departamento de Charente Marítimo (en la costa atlántica francesa) que no nos pilla muy lejos.

El caso es que este viaje "obligado" es finalmente una excelente idea porque, aparte de todas las cosas que hemos visto y disfrutado, y que mostramos a continuación, el departamento cuenta con una extensa red de vías ciclistas que permiten circular en toda seguridad, tranquilamente, sin molestar ni ser molestado por el tráfico.

Llegados al punto que hemos elegido para iniciar esta aventura bicicletera, cargamos las alforjas y comenzamos a pedalear.



Lo primero que nos encontramos son estas curiosas cabañas de pescador, típicas de la región, diseminadas a lo largo de la costa en las diferentes poblaciones que iremos atravesando.



El esbelto y fotogénico faro de la Coubre, el más alto de la costa charentaise.



El impresionante puente suspendido de Tonnay-Charente, en las inmediaciones de la ciudad de Rochefort.



El Hermione, réplica del navío de guerra francés homónimo que estuvo en servicio entre 1779 y 1793. Su reconstrucción comenzó en 1997 en el arsenal de Rochefort. El Hermione de 1779 es famoso por haber conducido al Marqués de La Fayette a los Estados Unidos para unirse a los insurgentes americanos en su lucha por la independencia.



Rochefort es históricamente conocida por haber sido un puerto de guerra, con un importante arsenal, gracias a su situación en el medio de la fachada atlántica y al fondo de una ensenada protegida por islas que brindaban una protección contra las flotas enemigas. La ciudad cuenta numerosas construcciones y edificios de esta época como la Cordería Real, enorme edificio con varios pabellones donde se fabricaban las maromas para la armada (que podían llegar a medir varios cientos de metros).

En Rochefort encontramos también este puente transbordador, prácticamente idéntico al de Portugalete, y que fue inaugurado el 29 de julio de 1900.



Seguimos ruta y llegamos hasta La Rochelle, capital del departamento. Su nombre procede de la palabra "roche", roca, porque está construida sobre una plataforma rocosa, y sus orígenes se remontan al siglo XI. Gracias a su excelente ubicación geográfica, la ciudad ha conocido a lo largo de la historia un enorme desarrollo y prosperidad.

El casco viejo de la ciudad tiene varios edificios del siglo XII. Las torres que protegen la entrada al puerto datan de los siglos XIV y XV.





La ciudad de La Rochelle alberga también numerosos museos, entre ellos el conocido acuario que tendremos que dejar para una próxima visita.

Uno de los inconvenientes de viajar en bicicleta es que se pasa la mayor parte del día haciendo eso, viajando, por lo que no se tiene tiempo de parar a visitar con calma los diferentes puntos de interés turístico. Sin embargo se tiene mucho más tiempo para disfrutar tranquilamente de los paisajes, a ritmo de pedal, así como de las pequeñas cosas que uno no puede apreciar cuando se viaja rápido, como estas malvas reales que están por todos los lados. Parece que hemos llegado en el buen momento para disfrutar del colorido de las flores...



... las hortensias son enormes!!!



Pedal a pedal llegamos hasta el punto más al norte de este recorrido. Marans, ciudad fluvial, cuyo principal interés son sus numerosos canales. No en vano la región es conocida como la "Venecia verde".



Tras un paso fugaz por la región tenemos que volver a ponernos en marcha...



...haciendo algún que otro alto para disfrutar de esas pequeñas cosas (en este caso lo de pequeño es literal)...



...atravesando de nuevo La Rochelle para poder acceder a la isla de Ré, uno de los puntos que más ganas tenemos de visitar durante este viaje.



La isla de Ré resulta un destino turístico bastante apreciado por los ciclistas porque está cubierta de carriles bici. Ya al llegar al largo puente que la conecta con el continente, de casi 3 km., vemos que sólo se puede acceder a la isla en coche (previo pago de un caro peaje) o en bici. El puente en sí es un atractivo turístico y atravesarlo pedaleando resulta bastante curioso por sus dimensiones y el tiempo que le lleva a uno llegar al otro lado.





Dejamos atrás el puente y buscamos un sitio donde acomodarnos para pasar la noche. Acabamos la jornada con una preciosa puesta de sol.



Durante la época romana la isla de Ré era un archipiélago conformado por varias islas pequeñas. A día de hoy el espacio entre las islas se ha ido llenando progresivamente por una combinación de actividad humana y sedimentación.

Las principales actividades económicas de la isla, aparte del turismo, son la pesca y las salinas.



Debajo de esta línea unos locales metidos hasta la cintura en el fango, trabajando, en lo que nos pareció algo relacionado con la recogida de marisco... !!?? (Ni idea de lo que estaban haciendo, vaya).





Las salinas se encuentran diseminadas por toda la isla y en algunos puntos del camino hay puestos de venta de sal en autoservicio. Nosotros hemos comprado un paquete de flor de sal que probaremos en cuanto volvamos a casa.



Un melenudo bien simpático :)



El faro de las Ballenas, en la punta oeste de la isla, y desde el que hay una vista panorámica de casi toda la isla.









Una de las mejores cosas que uno puede hacer en esta región es disfrutar de la gastronomía local de la que, como no podía ser de otra manera, destacan los pescados y mariscos bien fresquitos. Ostras, mejillones, calamares, sardinas... ñam, ñam!



Y para bajar la cena, otro paseo por la playa a la caída de la noche.



Es hora de dejar la isla. Salimos por donde entramos, el único punto de acceso al continente.



Adiós a la isla de Ré...



... y volvemos a pasar por La Rochelle donde, tras una última visita rápida, tomaremos un ferry que nos llevará a la isla de Olerón, la otra isla mayor del departamento de Charente Marítimo.





Haciendo cola para tomar el ferry que, en menos de una hora, nos dejará en la isla de Oléron.



Durante el viaje podemos ver el fuerte Boyard, construído alrededor de 1800 para formar una línea defensiva y proteger el arsenal de Rochefort de la Armada Real de las incursiones enemigas. El fuerte Boyard se ha hecho últimamente popular por el programa de televisión "Fort Boyard" emitido en la televisión francesa desde 1990.



Uno de los últimos alojamientos que probamos durante este viaje. Este no estaba mal, tranquilo, sombreado...



...y con un magnífico restaurante, con unas excelentes vistas, desde donde disfrutar el desayuno para comenzar el día estupendamente.



Pedaleando por la isla nos encontramos estas coloridas casetas de pescadores que hoy día han sido reconvertidas en talleres de artesanía. Aún así, en la región se siguen utilizando los canales para la ostricultura, como el de esta foto, que se llenan y vacían al ritmo de las mareas para alimentar los estanques donde se siguen produciendo cantidades enormes de ostras.



Estos artilugios son los soportes colectores donde las ostras se adhieren durante su crecimiento.



Un paisano preparando mejillones a la brasa. Hmmm...



Desde Le Château-d'Oléron podemos ver el puente de esta isla, que no tiene nada que envidiar al puente de la isla de Ré -son casi de la misma longitud-, y que atravesaremos para volver al continente.



Un último vistazo al mar. Una vez que estemos en casa, tardaremos en volver a verlo.



Y de vuelta al continente pasando por el citado puente sobre el que sopla un viento de mil demonios.



Dejamos atrás la isla...



...y volvemos sobre nuestros pasos, o rodadas...



... pasando de nuevo por el faro de La Coubre donde hacemos una última pausa...



...antes de recorrer los últimos kilómetros de este viaje que habrá sido corto en tiempo pero intenso en sensaciones.