Islandia III - Marzo 2022 -


¿Quién nos iba a decir a nosotros que, tras un primer viaje en 2009 y una segunda visita en 2015, se nos iba a ocurrir volver a Islandia?. Bueno, la verdad es que ocurrirsenos, se nos ocurre a menudo, pero este tercer viaje estaba prácticamente fuera de toda previsión durante estos últimos años.

Llevamos algún tiempo queriendo ver una aurora boreal y entre las opciones que habíamos barajado, que no eran tantas, se encontraba ésta. Nos hemos dicho "¿...y por qué no a Islandia que ya lo conocemos y va a ser más cómodo?", así que aquí estamos de vuelta.

Tenemos que decir que tras este viaje hemos vuelto un poco tristes y decepcionados (no por las auroras, aunque también). Después de la primera visita nos fuimos para casa con la impresión de haber estado en un sitio único y especial gracias, entre otras cosas, a esa sensación de soledad que se experimentaba la mayor parte del tiempo. A veces uno tenía la impresión de ser la primera persona que ponía el pie en determinados sitios.

En el segundo viaje ya nos dimos cuenta de que el turismo había aumentado bastante porque en los pocos años que habían transcurrido desde la primera vez, nos encontramos con que alrededor de las principales atracciones naturales había bastantes más instalaciones para que los turistas pudiéramos visitar las cosas sin mancharnos mucho los zapatos de barro. Nos fuimos para casa un pelín decepcionados porque veíamos que se iba perdiendo la pureza de un país tan especial, en lo que a la naturaleza se refería.

En fin, éramos conscientes de lo que podríamos encontrarnos en este tercer viaje pero aún así nos decíamos que estaríamos más o menos tranquilos durante la visita porque estamos totalmente fuera de temporada y aún hace mucho frío.

Cuál ha sido nuestra sorpresa cuando nos hemos encontrado con esta enorme cantidad de turistas que hay por todos los lados, para estar aún en invierno. Hay mucha más gente que durante nuestro último viaje, que fue en primavera, un mes de mayo. Increíble. El caso es que aquí estamos nosotros formando parte del bulto, que nadie nos malentienda, pero después de haber experimentado esa sensación especial de aislamiento frente a una naturaleza desbordante, la sensación que tenemos esta vez es la de estar en una especie de parque de atracciones natural, un poco lo que sentimos en Costa Rica, y pensamos que Islandia está tomando el mismo camino de atraer al mayor número de turistas posible, olvidándose un poco de preservar este patrimonio natural único.

Los parkings de pago se multiplican. Cada vez hay más paisanos que han abandonado la ganadería y la agricultura tradicionales para dedicarse al turismo. Los antiguos senderos ya no son tal, ahora están ensanchados, pavimentados y acotados. Muchas de las pistas de tierra ahora están asfaltadas. 9 de cada 10 turistas se pasea en el mismo modelo de coche, que se ve por todos los lados... y lo peor está por venir: sacando el tema con alguno de los locales nos indican que llevan un par de años un poco flojos (por la pandemia, obvio) y esperan una gran ola de turistas, sobre todo norteamericanos, a partir de esta primavera/verano :( Esperemos que los islandeses no tengan que arrepentirse de haber orientado el país hacia un turismo masivo que en su mayor parte está formado por personas que no muestran ningún tipo de respeto por la naturaleza en su búsqueda de la foto perfecta que publicar instantáneamente en sus redes sociales.

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En fin, nosotros hemos venido a intentar ver auroras boreales y, bueno, no hemos tenido suerte. Mucha lluvia (y nieve) y poco cielo que deje sitio a las auroras. Al final de esta entrada hay varias fotos de auroras porque nuestros queridísimos compañeros de viaje, que han llegado un par de días antes que nosotros, han tenido un poco más de suerte y han podido verlas una de las noches. De todas formas, por lo que nos explican, lo que se ve en realidad en el cielo no tiene nada que ver con lo que aparece en las fotos, en cuanto a intensidad y colores; es la larga exposición de la foto la que da esa tonalidad verdosa a las auroras. Parece ser que a simple vista solo se aprecian una especie de nubes blanquecinas, de aspecto lechoso, que van cambiando de forma y posición en el cielo. Por lo visto, si uno no está a ver auroras es posible que ni se de cuenta de que están ahí.

Queremos pensar que durante las auroras de mayor intensidad uno tiene que ser consciente de que lo que hay en el cielo no son nubes, sino algo diferente.
En fin, nos hemos quedado sin ver las auroras pero hemos disfrutado igualmente de este bello país. Allá vamos...




¡Mirad qué frailecillo más majo, que nos estaba esperando a la recogida de las maletas, en el aeropuerto!
Di que ahí estás bien, que aún hace demasiado frío como para salir fuera...



No tenemos demasiado tiempo así que nos limitamos a recorrer, una vez más, la ruta del sur visitando sitios que ya conocemos pero que no nos cansamos de visitar una y otra vez.

Seljalandsfoss




Una de las cosas para las que sirven estas sucesivas visitas es para darnos cuenta de cómo pasa el tiempo por nosotros.

Una, dos... y aquí estamos una tercera vez, Skógafoss. ¡Y tú igual de bella que siempre! :)



Un alto en el camino, en las inmediaciones de Vík, para disfrutar de las impresionantes vistas desde los acantilados.







Llegamos a Jökulsárlón, donde podríamos pasarnos el día entero disfrutando de este maravilloso espectáculo.











¡Vosotras por aquí, chicas, qué casualidad!





Ya volviendo sobre nuestros pasos hacemos un alto para visitar alguna de las lenguas glaciares del inmenso Vatnajökull.











El país "esponja". Sale agua por todos los lados :)







Las primeras aves migratorias empiezan a hacer acto de presencia.



Strokkur, siempre fiel a la cita.



Gulfoss. Si la última vez había hielo, ahora ni te cuento... ¡¡¡y qué friiiiío!!!





Frío hace bastante en este país, en esta época, así que para sacudirnos de encima la tiritera que hemos acumulado durante la última visita, decidimos aprovechar la segunda parte del lema "tierra del hielo y el fuego", como se conoce a Islandia, y nos metemos a remojo en una de las numerosas piscinas de aguas termales que existen. Hmmm... ¡qué a gustito!



Para acabar, os dejamos unas fotos de estas preciosas auroras que no hemos podido ver en persona.







Ya van tres visitas así que imaginamos que no volveremos a poner el pie por estas tierras...

...o sí, vete tú a saber... ¡¿y por qué no?!