Sevilla - Noviembre 2019 -


Brevísimo paso por Sevilla donde hemos llegado más por casualidad que por voluntad propia. Habíamos estado en Sevilla hacía muchos años y, desafortunadamente, no habíamos guardado un recuerdo especial. Decimos "desafortunadamente" porque esta ciudad merece mucho más la pena de lo que recordábamos. En esta ocasión nos ha dado tiempo a recorrer rápidamente los lugares y monumentos de obligada visita pero nos habríamos quedado unos cuantos días más para disfrutar tranquilamente de todo lo que Sevilla tiene para ofrecer al visitante.

Comenzamos por la Plaza de España, impresionante monumento semicircular abierto al parque de María Luisa, que es el resultado final de varios proyectos que se sucedieron durante la gestación de la Exposición Iberoamericana de 1929. Sin duda, uno de los monumentos más bellos e impresionantes de España, por su tamaño y singularidad.





Si la Plaza de España es bonita, el Real Alcázar de Sevilla no le va a la zaga. El conjunto palaciego amurallado, construido en diferentes etapas históricas y cuya primera edificación se remonta a la Alta Edad Media, conserva vestigios de arte islámico y de la etapa posterior a la conquista castellana.



Los pórticos y arcos realizados en diferentes estilos y materiales se suceden dejando paso a suntuosas estancias de ricas decoraciones.



Caminando a lo largo de las galerías y salas se pueden admirar los magníficos azulejos que cubren las paredes.





El salón de Embajadores está cubierto por una preciosa cúpula semiesférica dorada.





Los jardines del Alcázar, los más antiguos de la ciudad, son un buen ejemplo de la herencia musulmana.



Desde ellos podemos ya divisar la Giralda, la torre campanario de la catedral de Santa María. Los dos tercios inferiores de la torre corresponden al minarete de la antigua mezquita de la ciudad, de finales del siglo XII, en la época almohade. El tercio superior es una construcción sobrepuesta en época cristiana para albergar las campanas.



En su cúspide se halla la estatua de bronce que representa el Triunfo de la Fe, que tiene función de veleta, y que se conoce como el Giraldillo - ¡¡El segundo Giraldillo que vemos este año!! Qué duda cabe de que aquella está en cierto modo inspirada en éste.

La Giralda fue durante siglos la torre más alta de España, así como una de las construcciones más elevadas y famosas de toda Europa.

En la entrada de la catedral se encuentra una copia del Giraldillo que permite apreciar de cerca las dimensiones de la figura-veleta.



La catedral de Sevilla, de estilo gótico, es la más grande del mundo (mayor superficie). Su construcción se inició hacia 1401 sobre el solar que quedó tras la demolición de la antigua mezquita de la que se conservan el alminar (la Giralda) y el patio (de los Naranjos).



El templo acoge los restos de Cristóbal Colón.



Desde la Giralda hay unas vistas espectaculares de la ciudad de Sevilla: los tejados de la catedral, el Alcázar, las torres de la plaza de España y el Guadalquivir al fondo, esto por un lado...



...por el otro lado el puente del Alamillo, que da acceso a la Isla de la Cartuja, y las "Setas de Sevilla" - Metropol Parasol...



...o la Torre Sevilla, que osa desafiar la hegemonía de la Giralda en lo que a altura se refiere.



Un último vistazo a la Giralda, desde el Patio de los Naranjos, antes de abandonar el complejo de la catedral.



Mención especial merecen las tapas y raciones de la capital hispalense, como estos ricos pescaditos que nos ayudan a retomar fuerzas antes de seguir pateando la ciudad.



No hemos tenido tiempo para visitar mucho más, por lo que tendremos que volver a Sevilla para volver a disfrutar de las buenas sensaciones que nos ha generado. Por el momento, decidimos despedirnos con un último paseo por la Plaza de España y el parque de María Luisa...



(pasando por Palencia)



...donde descubrimos otros buenos ejemplares de estos enormes ficus que tanto nos gustan :)



Sevilla tiene un color especial... ♪♫♫♪♪


Malasia + Singapur - Noviembre 2019 -


...si al salir de casa nos hubieran dicho lo bien que iba a desarrollarse este viaje, lo contentos que í­bamos a volver, nos habría costado creerlo. Esta vez nos ha pillado el toro y no hemos tenido nada de tiempo para preparar el viaje. Las fechas de las vacaciones fijadas desde hace tiempo pero sin el destino decidido hasta dos semanas antes de coger el avión. En el hemisferio norte hace frí­o y los días son cortos, en la mayor parte de los paí­ses que nos apetece visitar es época de lluvias y en el sudeste asiático, más concretamente, es temporada de monzón. Aún así­, sin margen de maniobra, entre los países que nos apetece visitar, decidimos un poco aleatoriamente viajar a Malasia.

No conocemos mucho del país pero, a priori, no nos desagrada la idea de pasar algo de tiempo en un país de clima tropical y comida "picosa" :)

Por motivos logísticos decidimos pasar por Singapur, antes de visitar Malasia, lo que finalmente resulta ser una más que buena idea. La ciudad-estado de Singapur es uno de los centros neurálgicos del comercio mundial y cuenta con uno de los más grandes centros financieros del mundo. El país es también uno de los que tiene mayor renta per cápita del mundo, además de figurar entre los primeros en cuestiones de educación, sanidad y transparencia política.

Singapur se convirtió en una nación independiente al finalizar la Segunda Guerra Mundial. A pesar del alto nivel de modernización, estimulado sobre todo por siglos de inmigración y la confluencia de diversos grupos étnicos y raciales, el país hace gala de un enorme legado cultural en el que se mezclan elementos de las culturas china, británica, malaya e india.

En cuanto uno pone el pie en la ciudad se da cuenta de esta particularidad que encontraremos también en Malasia: en una misma calle uno puede encontrar un templo budista al lado de un templo hinduista, una mezquita o una iglesia católica.

Empezamos el paseo por Chinatown, un colorido y animado barrio donde uno puede encontrar numerosos restaurantes, templos y enormes mercados de productos de alimentación principalmente.



Volveremos para pasear tranquilamente por el barrio chino. De momento seguimos hasta Little India, que se encuentra engalanada porque sólo hace unos días que se ha celebrado el Deepavali. Lástima que no hayamos llegado unos días antes para disfrutar de esta alegre fiesta, una de las fechas más importantes del año hindú.



Uno de los numerosos templos hindús que se pueden encontrar, y visitar, en Little India. Los sonidos y los olores de algunos lugares como los templos, las sensaciones que nos han provocado nos han transportado en ocasiones a la India...



...por un corto espacio de tiempo porque, como hemos comentado antes, las culturas están tan mezcladas que uno pasa de la India a China en un abrir y cerrar de ojos. Volvemos hacia Chinatown para comer algo y, de paso, disfrutar de la animación nocturna del barrio y de sus farolillos y su colorida iluminación.



Este primer día ha sido durillo. La humedad ambiente es altísima y unida al calor hace que nuestros pobres cuerpos, que acababan de comenzar el invierno en Europa, se resientan. Es agradable poder pasearse de nuevo en chanclas y pantalón corto pero nos hace falta un poco de entrenamiento, cosa que haremos durante los próximos días ;)

Bueno, pues tras haber repuesto fuerzas, nos echamos a la calle para patear la ciudad en serio. Comenzamos por el barrio chino, de nuevo, donde podemos ver un claro ejemplo del contraste entre el desarrollo económico, la modernidad de la ciudad-estado, y su cara más tradicional. En primer plano las típicas shophouse, edificios que servían antaño como residencia y negocio. Aún hay algunas shophouse que siguen funcionando como comercios pero con la llegada de la modernidad, a partir de los años 50, fueron cesando en su actividad comercial. Las fachadas del edificio y los pilares están decoradas y el nivel de ornamentación dependía de la prosperidad de su propietario y del barrio donde se encontraba.



El "Templo del Diente de Buda", llamado así porque fue construido para albergar la reliquia de Buda, se encuentra en pleno barrio chino. Es un impresionante templo-museo con una arquitectura de inspiración japonesa.





En la terraza del templo hay una rueda de plegaria, rodeada por un exhuberante jardín; hay que decir que aquí las plantas son enormes y crecen con facilidad y son numerosos los edificios que cuentan con vegetación integrada en terrazas y paredes.



Hora de comer, ¡ñam, ñam! Una de las cosas que más nos han gustado de este viaje son los "hawker" o centros de comida, típicos de Hong Kong, Indonesia, Malasia y Singapur, que albergan multitud de pequeños puestos que ofrecen diversos tipos de platos a precios populares. Generalmente se encuentran en los centros de las ciudades o cerca de los intercambiadores de transportes y otros lugares de paso. Uno no tiene más que elegir un plato en el puesto que desee y sentarse a degustarlo en una especie de comedor compartido. Interesante... y la comida preparada en el momento y lista para saborear.



Estos centros muchas veces forman parte de mercados de alimentación donde se pueden encontrar productos locales, sobre todo condimentos, especias o productos deshidratados como los de este puesto.



¿Hemos cogido fuerzas?, creo que nos van a hacer falta para la caminata que nos espera. Hace muchísimo calor. En los túneles y pasillos del metro, donde hay tiendas y aire acondicionado, se está mucho mejor. Aún así, echamos a andar hacia Marina Bay, zona financiera y de negocios con sus numerosos rascacielos donde nos encontramos con el Merlión, estatua con cabeza de león y cuerpo de pez, mascota de Singapur.



Vamos bordeando la bahía, el perfil del barrio financiero de Singapur es imponente. Al otro lado de la bahía se encuentra el hotel Marina Bay Sands, otra de las imágenes más representativas de Singapur.



Seguimos acercándonos al Marina Bay Sands, que es cada vez más impresionante...



...hasta cruzar del otro lado, donde se encuentran los jardines de la bahía. El Gardens by the Bay es un parque de más de 100 hectáreas diseñado dentro del programa gubernamental que busca la transformación de Singapur en una "ciudad dentro de un jardín". El parque, que es un verdadero jardín botánico con miles de especies vegetales diferentes, cuenta con numerosas atracciones entre las que se encuentran los bosques de "superárboles", estructuras de entre 25 y 50 metros de altas, con pasarelas que permiten tener una vista aérea del parque...



...y que, caída la noche, se transforman en un vistoso y colorido espectáculo de luces y sonido.



Antes de irnos, hacemos de nuevo una parada ante el skyline del área financiera, que con la iluminación nocturna merece verdaderamente la pena.



Al final de este viaje volveremos a pasar por Singapur así que nos vamos tranquilos. Por el momento tenemos que seguir ruta hacia Malasia, objetivo principal de este viaje, y lo hacemos por carretera. Tras un pequeño "incidente dactilar" en el control de seguridad de la frontera con Malasia, llegamos a Malaca, primera de las ciudades malayas que visitaremos.

Lo primero que hacemos nada más llegar es dejar las maletas en el hotel y salir corriendo, antes de que caiga la noche, para visitar la Masjid Terapung Selat, curiosa mezquita, de reciente construcción, cuya particularidad reside en el hecho de que está construida sobre pilotes, encima del mar.



Ya de noche, volvemos al centro de la ciudad para descubrir, ojipláticos, esta especie de bicicletas rickshaw llenas de decoraciones y luces de neón, cubiertos de peluches infantiles y con la música a tope. Esperpéntico, hortera, gracioso... curioso cuanto menos; los propietarios seguro que no tienen sentido del ridículo, ¡madre mía! El caso es que parece que no les faltan clientes de todas las edades...



Seguimos paseando y llegamos a un templo pequeñito pero precioso, donde una chica nos explica amablemente que en unos días va a ser el 120 aniversario del templo y por eso están engalanando las calles de alrededor con farolillos.





Al día siguiente visitamos el templo budista de Cheng Hoon Teng. Construido en 1645, es el más antiguo de los templos que siguen en funcionamiento en Malasia.



Nos damos un paseo por uno de los ramales del río que atraviesa la ciudad a modo de canal, a orillas del cuál se pueden encontrar numerosas pinturas y otras expresiones artísticas. Hace un calor de justicia y tenemos que sacar el paraguas para protegernos del sol.



Malaca, que da nombre al estrecho en el que se encuentra, llegó a ser uno de los enclaves comerciales más importantes del mundo. Siendo un punto estratégico, concentraba el tráfico de mercancías entre Cantón, Japón, la India y las islas Molucas.

Deseada por su posición estratégica, a lo largo de la historia, Malaca ha sido ocupada sucesivamente por portugueses, holandeses, británicos y japoneses, hasta que consiguió definitivamente su independencia en la década de los 50 del pasado siglo.

Desde la fundación de Singapur, el puerto de Malaca entró en declive ante el auge del puerto de Singapur y posteriormente del de Kuala Lumpur.

Y hablando de Kuala Lumpur, éste será nuestro próximo destino. Malaca es muy agradable pero es pequeña y se visita rápido, así que enseguida seguimos ruta hacia la capital.

Una de las cosas que nos ha llamado la atención en este viaje es la calidad y el estado general de los transportes públicos -moderno, limpio y bien cuidado- y su facilidad de uso. Nada sorprendente para Singapur (que podríamos calificar de "la Suiza del sudeste asiático", no sólo por el nivel económico) pero ciertamente chocante para un país como Malasia. El caso es que desplazarse por las ciudades es fácil, rápido y barato... incluso gratis en algunos casos ya que, por ejemplo, Kuala Lumpur cuenta con una línea de autobús gratuita para que turistas y locales puedan acceder fácilmente a determinados lugares del centro de la ciudad. Impensable en nuestra cultura occidental.

En fin, comenzamos la visita por el mercado de Petaling, en Chinatown, que es un hervidero de gente, puestos de comida, recuerdos para turistas así como pequeños aparatos y dispositivos electrónicos y artículos de imitación de grandes marcas.



Cerca de allí se encuentra el templo Sin Sze Si Ya, el más antiguo templo taoísta de la ciudad. Templo finalizado en 1883, está dedicado a Sin Sze Ya y Si Sze Ya, deidades originadas por dos personajes reales que ayudaron a derrotar a las tropas enemigas y así defender Kuala Lumpur durante la guerra civil entre 1870 y 1873.





La cosa va de "templos más antiguos" así que a continuación visitamos el templo hindú de Sri Mahamariamman, el más antiguo templo hindú en Kuala Lumpur, fundado en 1873, que se encuentra a unas pocas calles del templo Sin Sze Si Ya.





Aunque se encuentra al lado de Chinatown, nos topamos un poco por casualidad con este pequeño mercado chino donde están cortando carnes, pollos, pescado, en un ambiente un poco lúgubre. Vemos unos cuantos gatos encerrados en jaulas... ¿comida? Puede ser.



Salimos del mercado y nos dirigimos hacia la Mezquita Nacional que, por moderna, resulta ser un edificio bastante neutro que no nos dice demasiado. Desde allí hay sin embargo unas vistas interesantes de la antigua estación que a pesar de su decrépito estado sigue dando servicio, con los modernos rascacielos al fondo.



A continuación decidimos volver hasta la Masjid Jamek, una de las más antiguas mezquitas, localizada en la confluencia de los ríos Klang y Gombak.



Al otro lado del Klang, en la plaza Merdeka, se encuentra el precioso Edificio del Sultán Abdul Samad, edificio institucional cuyo nombre proviene del sultán que reinaba en Selangor cuando comenzó su construcción. Importante monumento de la ciudad, sirve como telón de fondo para eventos importantes como el desfile del Día Nacional el 31 de agosto y el comienzo del año nuevo.

Desde la plaza Merdeka podemos ver ya, a lo lejos, las torres Petronas, donde nos dirigimos a continuación.



Las Torres Petronas fueron los edificios más altos del mundo entre 1998 y 2003 y son el símbolo más conocido de Kuala Lumpur y Malasia. Aunque dentro de poco dejarán de ser las torres más altas de Kuala Lumpur (sobrepasadas por la torre Merdeka PNB 118, actualmente en construcción), seguirán siendo las torres gemelas más altas del mundo. 452 metros y 88 pisos de hormigón armado, acero y vidrio que resultan realmente impresionantes cuando uno se encuentra a sus pies...



...o cuando se mira hacia abajo desde lo alto. ¡Qué vértigo!



Al volver a ras de tierra, nos cruzamos con nuestras simpáticas amigas, que están de viaje por Malasia, también. ¡Hay que ver, parece que fuéramos siguiéndonos!



Merece la pena esperar a que se haga de noche para disfrutar de la iluminación nocturna.



Al día siguiente, visita obligatoria, nos acercamos hasta las cuevas de Batu, una serie de templos cuevas dedicados a Murugan, hijo del dios Shiva y la diosa Parvati, representado en una colosal estatua dorada de más de 40 metros de alto. Se estima que el lugar recibe la visita de un millón de peregrinos cada año. La cueva es uno de los santuarios hindúes más populares fuera de la India y el punto central del festival hindú de Thaipusam.



Para acceder a la cueva principal, hay que subir los 272 peldaños de la escalera...



...en la que nos cruzaremos con unos "simpáticos" e imprevisibles macacos que se dedican a acosar a peregrinos y turistas para conseguir algo que llevarse al diente... ¡y parece que no les pinta nada mal!



El lugar resulta cuanto menos curioso. Hay muchos hindúes elegantemente vestidos para la ocasión. En la cueva principal asistimos a varias ceremonias entre estalactitas y una luz muy bonita que se cuela por los agujeros.





Cambiando una vez más de cultura, de religión, cosa que resulta harto fácil en este país, visitamos el templo budista de Thean Hou Temple, con sus farolillos, pilares, torreones y tejados a varios niveles decorados con las figuras de coloridas grullas y dragones.





Al salir del templo intentamos buscar un taxi sin suerte así que, incluso si es de noche y estamos en una zona poco transitada, echamos a andar hacia el intercambiador de transportes para coger un metro que nos lleve de vuelta a nuestro alojamiento. Al poco tiempo un señor para su coche a nuestro lado y nos dice que subamos, que él nos lleva hacia donde vamos. Nos da un rato de agradable conversación, nos explica cosas sobre las costumbres locales y nos pregunta también por nuestro país y nuestra cultura. Disfrutamos de un buen momento y al llegar a la estación de metro pensamos que nos va a pedir algo por el viaje pero, al contrario, no lo hace y, es más, cuando intentamos darle una propina por el servicio que nos ha hecho lo rechaza, nos dice que lo ha hecho con gusto.

¿Por qué contamos esta anécdota que en principio no tiene mayor interés? Simplemente para dar un ejemplo de lo que han supuesto la mayor parte de los encuentros que hemos tenido con la gente de este país. Nos han parecido unas personas extremadamente amables y serviciales, siempre dispuestos a ayudarte o a hacerte un favor desinteresadamente. Eso teniendo en cuenta que somos viajeros y que al fin y al cabo nos movemos por zonas de turistas donde, generalmente, uno tiene más probabilidades de ser considerado como una manera de obtener dinero fácil.

En fin, en este país la gente es adorable.

Un último paseo por las calles del barrio chino, llenas de establecimientos de comida, donde degustaremos alguna de las delicias locales antes de dejar Kuala Lumpur.



No podíamos venir a Malasia sin intentar ir a la isla de Borneo, por el motivo que os mostraremos un poco más adelante, así que damos el salto y nos vamos directamente a Kuching, en el estado de Sarawak. Kuching, cuyo nombre significa "ciudad de gatos", es la cuarta ciudad más grande de Malasia.



En Kuching encontramos estas curiosas barcas de madera, llamadas tambang, que se usan en la región para transporte de mercancias pero también para transportar personas, como medio para cruzar el río Sarawak.



No nos cansamos de visitar templos chulos... :)





...pero a Borneo hemos venido a ver "bichos", así que nos vamos directamente a uno de los parques naturales que hay en la región donde tendremos ocasión de ver animales bastante peculiares como este cerdo barbudo :o



Estamos prácticamente encima del ecuador así que el clima tropical facilita que nos encontremos con facilidad en entornos como este, rodeados de vegetación exuberante...



...y de lo que ésta va acompañada, multitud de bichejos de diversos tamaños, colores y diferentes niveles de letalidad. ¡Cuidado por dónde pisas! ¡Berhati-hati!

Libélulas y mariposas de todos los tamaños y colores, hormigas enormes y termitas, cangrejos violinistas, serpientes, escorpiones, arañas, diversos anfibios y hasta unos enormes peces del fango.



Árboles, lianas, raíces aéreas... el calor y la humedad, en medio de la selva, son agobiantes... y los mosquitos, que se cuentan por millares...



...pero recompensa cuando oyes el ruido de una rama que se quiebra y al mirar encuentras unos ojillos como estos que te observan entre la vegetación.



Una familia de tímidos langures, que se alimentaba en los árboles.





Pero la estrella del lugar es sin duda el násico, o mono narigudo, endémico de la isla. La pérdida de su hábitat natural, así como la caza, han provocado que esta especie se encuentre en verdadero peligro de extinción.

El mono narigudo es inconfundible por su nariz larga, la cual se cree que puede ser resultado de la selección sexual; la hembra prefiere machos de nariz grande, perpetuando así esta característica. ¡Manda narices!





Los macacos, un poco más gamberros, se dedican a robar la comida de los turistas asaltando comidas y desayunos y huyendo con el botín donde no se les pueda alcanzar.



Nosotros preferimos sin ninguna duda a los langures, que son mucho más amigables.



De vuelta a la civilización nos pilla un chaparroncillo de los que caen por estos lares. Es la época del monzón y llueve casi todos los días y cuando llueve, ¡llueve! Aquí no hay chirimiri, orballo o calabobos que valga, es como si de repente alguien hubiera abierto el grifo de la ducha.



Bueno, pues aprovecharemos el rato de lluvia para una de las mejores cosas que uno puede hacer en este país: probar, eligiendo prácticamente al azar, uno de los numeros platos de la gastronomía local.



Para acabar nuestra periplo por Borneo, no podíamos dejar de ir a visitar a otra de las especies que es casi exclusiva de esta isla. El orangután, que también se encuentra en peligro de extinción ya que sólo quedan unos 70.000 individuos en las selvas de Borneo y Sumatra. Nosotros tenemos el privilegio de ver en directo a estos grandullones pelirrojos en un parque nacional en el que se encuentran en semi-libertad. Durante los meses en los que hay más fruta en la selva los orangutanes evitan el contacto humano y desaparecen hasta la época en la que la selva no produce suficiente alimento, cuando el parque nacional pone fruta a disposición para complementar su alimentación.



¡Fijaos en el tamaño de ese macho! Es impresionante ver cómo rompe los cocos de un solo golpe contra el tronco de un árbol.



Menos mal que no tienen la "mala leche" de los macacos, de otra manera no habría forma de acercarse tanto :)



Dejamos atrás Borneo para volver a la Malasia continental, con destino a George Town , en el estado de Penang. La ciudad fue fundada en 1789 por un comerciante de la Compañía Británica de las Indias Orientales, como base en los estados malayos.

Hace muchísimo calor... normal que uno no tenga ganas más que de dejarse ir en los brazos de Morfeo, a la sombra.



Nosotros aprovechamos para degustar un cendol, una de las especialidades malayas que más nos ha gustado. Se trata de un postre consistente generalmente en leche de coco, fideos de gelatina de pandano, azúcar de palma, una especie de alubias rojas y hielo picado.

El primer día su aspecto nos echaba un poco para atrás pero una vez que se prueba ya no se puede parar. ¡Y está fresquito!



Junto a Malaca, la ciudad de George Town fue nombrada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2008 por ser los dos enclaves portuarios más históricos del estrecho de Malaca. Tras este acontecimiento se celebró un concurso al que se presentaron muchos artistas que dio como resultado el proyecto de arte callejero que podemos observar hoy por toda la ciudad: murales sobre las fachadas y obras en hierro forjado representando, a modo de cómic, escenas de la vida cotidiana que explican el significado histórico de las calles más importantes.







Los "Jetty" son unos de los puntos de interés de George Town. Se trata de barrios de inmigrantes chinos cuyas casas de madera se asientan sobre pilotes dentro del mar. Hoy día buena parte de las casas, sobre todo las de las calles principales, se han convertido en restaurantes o tiendas de recuerdos. Aún así estos barrios mantienen cierto encanto con sus decrépitas casas y callejones...





...y, con un poco de suerte, entre los pilotes se puede encontrar alguna que otra sorpresa inesperada como este primo de Godzilla que debía medir unos dos metros de largo :o



En George Town, y en Malasia en general, siguen aún vivos antiguos oficios y talleres como esta herrería.



La tónica de templos budistas se repite en George Town donde, además, podemos encontrar las "kongsi houses", o casas de clanes, consistentes en agrupaciones de casas con patio común, teatro y templo, con edificios de recargadas arquitecturas, muestra de la presencia dominante de los clanes chinos que emigraron a Penang.

El sistema de los kongsi fue utilizado por la diáspora china cantonesa para hacer frente a dificultades económicas, ostracismo y opresión social. El kongsi era el equivalente de los actuales acuerdos económicos entre sociedades pero también promovía un espíritu de cooperación y apoyo social entre sus miembros. Algunos de los conglomerados multinacionales chinos actuales nacieron como kongsi.

En cualquier caso, los kongsi han dejado en Penang preciosos templos y salones de una riqueza ornamental exquisita.





No muy lejos de George Town, se encuentra el templo de Kek Lok Si, el "templo de la felicidad suprema", el templo budista más grande del país y un importante centro de peregrinación para budistas de Hong Kong, Filipinas, Singapur y otros países del sudeste asiático. Todo el complejo de templos se construyó durante el período de 1890-1930 y cuenta con una llamativa pagoda de siete pisos, con 10.000 estatuas de alabastro y bronce de Buda, junto con la estatua de bronce de 36 metros de Guan Yin, diosa de Misericordia.







El templo ocupa un lugar central en la celebraciones de la comunidad china en Penang y es el punto de encuentro de cientos de monjes que se reunen en el templo una o dos veces al año.





Paseando por los jardines del templo uno se deja llevar por la calma y la paz del lugar, como al lado de este simpático Maitreya.



Subimos en teleférico a la colina de Penang donde tenemos la suerte de encontrarnos con una familia de langures que, con una técnica muy curiosa, saltaban/volaban de árbol en árbol para conseguir una buena vista del atardecer y de la puesta de sol sobre la bahía.



La verdad es que tenían razón para querer disfrutar de esta vista de la ciudad...



La visita a Penang va tocando a su fin. Tenemos que ir pensando en desandar lo andado y vamos despidiéndonos de Malasia con un Hokkien Mee, uno de los riquísimos (y picantísimos) platos locales...



...y empezamos la vuelta a casa, pasando de nuevo por Singapur donde, una vez más, disfrutamos de la mezcla de tradición y modernidad.



Nos asomamos a Marina Bay, para disfrutar una última vez de la magnífica vista sobre la bahía.



Un paseo por el distrito financiero de la ciudad y sus modernos edificios...



...así como por el barrio chino y sus shophouses...



...y volvemos para casa con una sonrisa de oreja a oreja, como nunca hubiésemos imaginado antes de emprender el viaje, gracias sobre todo a la amabilidad de la gente que hemos encontrado en esta región.


A ver quién vuelve ahora al invierno... ¡joerrrr!