Bueno, pues como decíamos en la entrada precedente, teniendo en cuenta la situación sanitaria que estamos atravesando, cómo se está desarrollando este periodo tan "complejo" (por calificarlo de alguna manera), pensamos que es un privilegio el poder tomar el avión para ir a pasar las vacaciones al otro lado del Atlántico. Esperemos que la situación se normalice lo antes posible.
En esta ocasión hemos decidido visitar la isla de Martinica, departamento de ultramar de Francia en el Caribe, por dos principales razones: La primera es que el hecho de quedarnos dentro de las fronteras de la Unión Europea nos facilita las cosas a la hora de viajar. La otra, que llevamos tiempo queriendo ver tortugas marinas y un pajarito nos ha dicho que en esta isla es posible que veamos... a ver si tenemos un poquillo de suerte.
Cuando uno piensa en el Caribe le vienen a la mente largas playas de arena blanca con palmeras inclinadas sobre las aguas transparentes y eso es lo que vamos a encontrar nada más llegar a Martinica...
En esta ocasión hemos decidido visitar la isla de Martinica, departamento de ultramar de Francia en el Caribe, por dos principales razones: La primera es que el hecho de quedarnos dentro de las fronteras de la Unión Europea nos facilita las cosas a la hora de viajar. La otra, que llevamos tiempo queriendo ver tortugas marinas y un pajarito nos ha dicho que en esta isla es posible que veamos... a ver si tenemos un poquillo de suerte.
Cuando uno piensa en el Caribe le vienen a la mente largas playas de arena blanca con palmeras inclinadas sobre las aguas transparentes y eso es lo que vamos a encontrar nada más llegar a Martinica...


Parece que hemos llegado en plena época de lluvias y casi todos los días nos toca aguantar algún chaparroncillo que otro. Con el calor que hace, a veces hasta se agradecen los aguaceros aunque llueve con tal intensidad que no queda más remedio que guarecerse y esperar a que pase la tormenta, que a veces nos deja imágenes tan bonitas como esta:

...y claro, en un sitio con tanta lluvia y humedad, la vegetación, exuberante, invade cada rincón. El tamaño de algunos árboles es monumental, como el de esta foto.

Una vegetación exuberante viene habitualmente acompañada de una variedad importante de animalillos diversos como esta minúscula rana que vino a visitarnos y apareció sin previo aviso al lado del grifo del fregadero,






La bebida más característica de Martinica es el ron, así que nos hemos ido de visita a una de las plantaciones/destilerías de la isla... y, de paso, a degustar y comprar alguna botella del licor local. Debajo de este párrafo una antigua prensa utilizada en su día para extraer el jugo de la caña de azúcar, omnipresente en la isla, con el que producir el ron. Más abajo, instalaciones un poco más modernas pero igualmente en desuso.


Para acabar el día nos vamos hasta la orilla del mar, que estos atardeceres no pueden ser desaprovechados sin más.




Una de las cosas que más nos ha llamado la atención es que por las tardes, al anochecer, el aire se llena de pequeñas luces que no parar de revolotear. El primer día nos llevó un buen rato darnos cuenta de que eran... ¡luciérnagas! Hay muchísimas, por todos los lados. Pena que no hayamos podido sacar ninguna foto de este mágico momento.

Nos sentimos en la obligación de visitar la capital, Fort-de-France, donde vive una cuarta parte de la población de la isla. Aunque la visita es rápida, merece la pena destacar algún monumento de estilo colonial como la catedral,






algún que otro amigo de Bob Esponja,


...hasta dar con estas abuelillas grandullonas que parece que se desplazaran volando, a cámara lenta. Podríamos pasarnos el día entero observándolas :)
Hasta la vista, Justina, ha sido un placer.


¿Qué mejor que un ti' punch, de ron local, para celebrar este día? Ey, ey, ey, esa botella está en las últimas, ¡¿eh?!




...otra vez de vuelta hacia el frío... ¡¡joeeeer!!